Por qué, para qué

19 de septiembre de 2004.

El colectivo de arte tiene antecedentes en los 60, con Fluxus y la escultura social de Joseph Beuys. Al trabajar con acciones en la calle -performances o señalamientos- se evita la galería de arte y el museo como únicos espacios legitimadores. En 1960, Le Parc funda junto a otros el GRAV. Éste grupo intentaba modificar con acciones lúdicas la relación del espectador con la obra. 

En 1989 se agrupa, en la Plata, Escombros. Los hechos de diciembre de 2001 provocan una reacción en el mundo del arte y se forman colectivos de autogestión. Así surgen los escraches es de Etcétera o las acciones de El Taller Popular de Serigrafía. Los señalamientos de Nautilius en La Cumbre (Córdoba) marcan la distancia entre grupos de poder y sectores marginales. En esta línea también se ubica Arde Arte y Eloísa Cartonera, que utiliza material de los cartoneros para reciclar para la realización de publicaciones. Duplus y Unac se ocupan de producción teórica. Suscripción y Mondongo se manejan dentro del circuito de exhibición galería-museo. En Mar del Plata, MOTP es un espacio de arte autogestionado por artistas. Muchos creadores optan por un trabajo colectivo como forma de resistencia en equipo ante el desamparo de estos tiempos violentos. 

En el taller reina este tipo de pequeño caos inseparable de toda la tarea creativa. El aire huele a galletitas dulces y a pintura. Pero más a galletitas. Juliana Laffitte, Agustina Picasso y Manuel Mendanha se afanan sobre los fragmentos de infinidad de bizcochos trozados que van pegando sobre el retrato de una mujer. Alguna vez, los tres artistas fueron pintores de caballete. Pero todo cambió cuando formaron un colectivo, al que bautizaron Mondongo. No sólo dejaron de firmar cada uno con su nombre. También hicieron a un lado telas y pinceles, y se pusieron a experimentar con otros materiales. A eso se dedican en este momento, aplicando galletitas a un rostro ampliado a partir de una foto digital. El juego también puede ser brutal, como cuando cubrieron con trozos de carne la imagen de la Casa Blanca. “Eso sí fue duro: convivir días con el dolor y el aspecto de la carne”, cuentan. Mondongo tiene un sistema de trabajo sostenido. Sus integrantes van al taller de lunes a lunes. Hablan mucho, lanzan ideas, las van elaborando y las dejan de cantar. Recién poner manos a la obra cuando un proyecto entusiasmo a los tres por igual. Entonces, sí, arremeten con todo. 

El método les propició exposiciones en Argentina y en España, un subsidio en el Fondo Nacional de las Artes y un encargo para retratar, en su particular modo, nada menos que a la monarquía española.

POR LAURA BATKIS