Alfredo Londaibere

Texto muestra de Alfredo Londaibere para catálogo expo Alvear Art Hotel-Roldán, 29 abril 2014.

La obra de Alfredo Londaibere hoy es necesaria. Con su aparente sencillez y su estilo silencioso de largas horas pintando en su taller como un maestro de otra época, absolutamente desinteresado de las novedades del mundo del arte y por completo ensimismado en su trabajo me dice, ‘’Quisiera ser como Quinquela’”. Y eso hoy es casi un manifiesto de vanguardia. Por eso su pintura es necesaria, porque demuestra que ser contemporáneo se define más por el sentido que por el lenguaje formal que se adopta en cada época. Vemos a muchos artistas que se parecen a cientos de otros artistas  que miramos por Internet de no sé dónde y que parafraseando a De la Vega (1) ‘’se parecen a cualquiera menos al tipo que se debiera ‘’. O sea, a ellos. La muestra de Londaibere se parece a todo lo que viene haciendo desde siempre con un estilo que es el suyo.

Esta serie empieza cuando  se reencuentra con “’ Florero con rosas y anémonas”’ de van Gogh y otras versiones del pintor holandés. Imágenes que había visto hace 40 años en los ‘’Clásicos del Arte’’ editados por Noguer-Rizzoli. Le sorprendió notar el contraste de estilos en una misma obra, como el expresionismo de las flores y la geometría casi cubista del jarrón, o una parte muy plana junto a otra matérica. Fueron el punto de partida de esta muestra en la que usa libremente los recursos del arte moderno de aquí y de allá. Sonia Delaunay, el arte concreto, Torres García, la Bauhaus y Xul Solar integrando el rigor geométrico con la abstracción gestual en una armonía perfecta representando flores. Un género tradicional de la historia del arte (el bodegón) que en Argentina tuvo a Tiglio y Diomede entre otros, como algunos de sus máximos cultores. Un tema simple que le permite embarcarse en un largo viaje de combinaciones  casi infinitas de formas y colores.  

 Oscar Wilde (2) decía que la verdadera belleza termina donde empieza el intelecto. En ese umbral se sitúa la obra de Londaibere, ese lugar inefable donde el arte sucede. 

(1) Jorge De la Vega, ‘’Inadaptación’’, Buenos Aires, 1968 

(2) Oscar Wilde, ‘’El retrato de Dorian Gray’’, Londres, 1890

POR LAURA BATKIS