Cuestiones en torno al arte contemporáneo

Texto para programa de las Gallery Nights de Cariló, Enero de 2005.

La pregunta por el arte siempre es conflictiva. El arte no es algo inmutable sino en permanente cambio, porque hay tantas interpretaciones sobre la obra como espectadores que la miran. Claro que hay interpretaciones más cercanas a las intenciones del autor que otras, y eso depende de la mayor formación cultural del observador. Es indudable que Miguel Ángel fue contemporáneo de su época, aunque hoy lo miremos como a un clásico. Tan avanzado en su propuesta que sus figuras de hombres desnudos (los Ignudi) de la Capilla Sixtina fueron tapados por ser considerados indecorosos. El gran cambio se produjo en 1917 cuando Marcel Duchamp exhibió sus objetos manufacturados (ready-mades). Un mingitorio, un escurridor de botellas, un perchero. Lo que hizo Duchamp fue preguntarse si bastaba con la manualidad técnica para plantear un objeto artístico, o si esa manualidad no era solamente técnica artesanal. Al colocar objetos de uso cotidiano en una muestra, no estaba diciendo “esto es arte” sino intentando que el espectador reflexione acerca de la naturaleza artística de las cosas. Un cuadro de Rembrandt para nosotros es una obra de arte, pero para alguien que no conoce el significado de ese cuadro puede ser una tela para tapar el agujero de una ventana. Al plantear esta idea de reflexionar acerca de qué es el arte, el aspecto sensitivo de la obra (el color, el claroscuro, el tema) pasa a un segundo plano y el significado está más cerca de esa idea del artista, que es un concepto. En tanto tal, la autoría es de la idea, y la materialización de la obra contemporánea no siempre tiene que ser realizada por su autor. Así comienza algo muy típico de los mecanismos formales del arte de hoy que es la obra en serie. Algo que ya había comenzado con la fotografía pero que desde 1945 en adelante fue casi una distinción de contemporaneidad. Desde Andy Warhol realizando sus serigrafías en serie a partir de fotografías, en un taller que denominó, justamente, La Fábrica. El arte pasó a ser una industria cultural, con enorme cantidad de ferias, bienales y muestras. Entonces si el artista no puede producir tanta cantidad, lo que se reitera es una misma idea bajo diferentes formas. Para entender este concepto hay que adentrarse en aspectos sociales e históricos, porque cada obra tiene su fundamentación en el contexto que surge. Hay que tener en cuenta el orden global, con los cambios producidos a partir del cese de la Segunda Guerra Mundial, con la reestructuración del poder político que implica nuevas formas de producción y consumo. En el siglo XXI con la irrupción  de la posmodernidad en la era del capitalismo salvaje y la posterior caída del discurso hegemónico cultural en la civilización occidental el arte amplía sus límites hacia nuevos comportamientos que acercan el fenómeno estético con la teoría y la filosofía. En el arte actual, surgen nuevos lenguajes y soportes que articulan el arte contemporáneo: el arte conceptual (Joseph Kosuth), el arte de acción y la performance (Joseph Beuys), las instalaciones (Luis Benedit), el arte objetual (Víctor Grippo), el Minimalismo (Donald Judd), el  videoarte, la fotografía, el arte digital y las intervenciones urbanas (Jenny Holzer). Como escribe Nelson Goodman en Maneras de hacer mundos:- “Parte de los problemas parten de plantear una pregunta equivocada. La pregunta pertinente no es ¿qué objetos son obras de arte? sino ¿Cuándo hay una obra de arte?” 

Y para eso se necesita la necesaria legitimación del paso del tiempo. 

POR LAURA BATKIS