Diego Ranea – Piezas Celestes

Prólogo del catálogo de la exposición “Piezas celestes” de Diego Ranea en Galería Wussmann, Buenos Aires, 2008. 

Las piezas celestes de Diego Ranea provienen de una aguda observación del artista del modo en que los colores del éter se mezclan en cada lugar del hemisferio para dar una particular tonalidad a cada cielo.

Se trata de variantes sobre un mismo tema con el ritmo pausado de un arte que invita a la contemplación y la reflexión. Ranea recorta la porción de una vista al cielo en un lugar determinado y materializa esa mirada en un fragmento. Así, sus obras parecen el corte de una ciudad con reminiscencias arquitectónicas o el marco recortado de la tradición del arte concreto y madí, y asimismo el shaped canvas de la abstracción norteamericana. Otros trabajos remiten al paisaje, mensurable con el canon puro de la naturaleza. 

De este modo, el artista amplía los límites de la fotografía, evitando la narración descriptiva para centrarse en la esencia de una temática que aborda con una concepción minimalista. Sus rojos, azules, celestes y amarillos remiten a la monocromía de Yves Klein y la actitud serena de los cuadros de Rothko.

Así es como el artista concibe la abstracción fotográfica alejándose del canon tradicional de la representación objetiva. 

Fotografiar el cielo no es solamente una obra, sino que para Ranea es una actitud vital, en la que conceptualiza la idea de volver a un tiempo más religado con el Cosmos y a una concepción de la vida que abarque un todo, sin las divisiones a las que nos somete la vorágine de la vida contemporánea.

Ranea le otorga al arte la actitud mística que tenía el blanco sobre blanco de Malevich en los inicios del siglo XX, cuando Paul Klee proclamaba que la función del arte es “hacer visible lo invisible”.

En vez de información, contemplación. Serenidad y silencio. A esto apela Diego Ranea con sus piezas celestes intentando que el espectador vuelva a concebir la imagen como una ventana hacia otros mundos posibles. 

POR LAURA BATKIS