Jorge Macchi

Galería Ruth Benzacar (Buenos Aires). Julio de 2005. Nº 215.

Jorge Macchi (1963) irrumpió en la escena en 1987 con el grupo de la X, formado entre otros por Pablo Siquier, Ernesto Ballesteros y Carolina Antoniadis. Por aquel entonces intentaban buscar un arte  autónomo, menos ligado a internacionalismo del modelo expresionista de la Transvanguardia imperante. Macchi fue haciendo una carrera internacional interesante, de manera pausada, y este año representa el envío argentino a la Bienal de Venecia con su obra La Ascensión

Antes de partir a Italia realizó esta muestra, “Doppelgänger” (doble) que consiste en diez ploteados sobre la pared de la sala, de manera que al entrar en la galería el espectador se ve rodeado de una instalación tipográfica que adquiere diversas formas biomórficas. En una segunda aproximación, la que proviene de la lectura de los textos, la belleza visual de la primera mirada es sucedida por el impacto violento del texto. Se trata de noticias policiales de un periódico local, que registran crímenes y homicidios. Las noticias se distribuyen en forma simétrica, de modo espejado y las formas dobles se unen por una frase que funciona de puente, como  “macabro hallazgo” o “bañado en sangre”. 

El azar, el destino y la posibilidad de reproducir de manera racional lo que ocurre imprevistamente son temas que el artista trabaja en los últimos años. De pronto, varias vidas se juntan de manera doble por la manera parecida de morir, y el artista coloca en primer plano esa manera siniestra de muerte que, imprevistamente, une a dos personas en las noticias necrológicas de un periódico.

Macchi elabora un discurso distanciado sobre el horror y la violencia. La sala vacía, ocupada solamente por esos textos, coloca al espectador en la escena de la ausencia, del no lugar que es el acto inexpresable y casi imposible de pensar la muerte o la manera de morir, tal vez dos personas nunca se encuentren, y tal vez el destino las coloca de manera absurda en el mismo lugar del crimen. Como en un laberinto borgeano, uno queda atrapado en esas frases que aluden al mismo episodio que, a la vez, es siempre diferente. Como la muerte, que aunque siempre es parecida, nos sorprende de manera inesperada cuando, de pronto, sucede. 

POR LAURA BATKIS