Julio Crivelli: el coleccionismo como una forma de expresión

 Julio 2005 – N° 126.

Es abogado y escribe poesía. Dice que en su profesión tiene que atenerse a reglas precisas y en el arte encuentra libertad para expresar sus sentimientos más profundos. Así es como colecciona a partir de lo que le conmueve sin atenerse a modas o tendencias. Confiesa que a veces se equivoca en sus elecciones, a lo que llama sus “arrepentimientos” pero considera que es parte del compromiso de coleccionar. Convive con obras de De la Vega, Noé, Kazuya Sakai, Cogorno, Alonso, Presas, Prior y Garófalo entre muchos otros. Y tiene una opinión muy crítica frente a la cultura actual que comenta en Arte al Día en esta entrevista.

Arte al Día: ¿Cuándo surgió su interés por el arte? 

Julio Crivelli: Desde muy chico me interesa el arte y la historia del arte. Encontré que la única forma de expresión de la sabiduría y el espíritu, es el arte.

A.D: Cuando usted compra una obra, ¿quiere tener algo del pensamiento del artista? 

J.C: Sí, pero probablemente en lo que me representa a mi. Yo siento que el coleccionismo es una manera más de expresarme, como pueden ser los poemas. Creo que una colección expresa de algún modo lo que cada uno cree, siente y su modo de comprender la sabiduría.

A.D: Su colección es muy ecléctica, hay un sello personal fuerte. 

J.C: Sí, porque para mí los criterios básicos pasan por la conexión emotiva que la obra tiene conmigo, y esa conexión puede ser temática o no. Me interesa mucho el informalismo por el tema de la conciencia, de pintar hacia adentro, me parece un mundo infinito. No he tenido nunca conexión con el arte que se propone ser un lenguaje en sí mismo aislado del alma, en esos casos yo me desconecto de las obras.

A.D: ¿Se refiere al arte conceptual, por ejemplo? 

J.C: Si, en general a mi el conceptualismo en el arte me da la sensación de un arte dirigido, tiene mucho que ver con el arte después de la Contrarreforma. Ahora no es más la iglesia, es un grupo de críticos que piensan qué es lo que hay que hacer, y esta bajada de línea es asumida por una enorme cantidad de artistas. Pero bueno, sin generalizar, hay quienes se separan de eso también. 

A.D: El arte como industria cultural de Bienales y Ferias….

J.C: Ese arte ese está dirigido por un grupo. Dentro de eso, lo que es sumamente interesante  es que siempre en el arte se producen fenómenos de subversión , o sea, los verdaderos artistas se salen de esas líneas y a veces en la contradicción de esto es donde uno ve por ejemplo a los pintores del Manierismo, donde uno se da cuenta de que al artista le estaban indicando que hiciera determinada cosa, él hace todo, como parece ser que le indican, pero no, sale de la norma.  Cuando fui con mi abuela a la Capilla Sixtina, ella me dijo que iba a ver dos dioses: uno está arriba, en el techo y otro, terrible, que está en la pared. Y hay dos dioses, hay un dios del Renacimiento arriba, es un dios lleno de ilusión que da la vida, es generoso, bueno, pacífico y equilibrado; y otro dios terrible donde se abandonó la perspectiva, que está en el medio de una elipse, todas las figuras se revuelven, dice que juzga pero lo que parece es que condena porque tiene una mano levantada y les va a pegar a todos. Tanto los bienaventurados como los condenados, todos, tienen una cara de angustia terrible. Había una norma muy fuerte y evidentemente Miguel Angel se rebela frente a esta norma, porque es muy provocativo. También en el arte conceptual moderno hay quienes de alguna manera ponen algo de sí muy fuerte dentro de un esquema formal que les es dado.

A.D: ¿Quién, por ejemplo?

J.C: Alfredo Prior. 

A.D: Hoy entonces habría libertad en el arte, pero es solo aparente, ilusoria… 

J.C: La Contrarreforma en el arte generó el Manierismo y el Barroco. Había que pintar de una determinada manera, según los temas que el Concilio de Trento admitía. Sin embargo eso después se deforma porque en el siglo XVll empieza a aparecer todo el tema mitológico de nuevo.

A.D: ¿Hoy quién sería el Concilio de Trento?

J.C: Hoy el Concilio de Trento serían algunos críticos que imponen a través de muestras y a través de una dureza tremenda una determinada manera o un determinado lenguaje. Además, han logrado reducir el arte a un lenguaje, cuando en realidad el arte usa un lenguaje, el arte expresa a través de un lenguaje determinado, no es un lenguaje en sí mismo. 

A.D: Entonces, ¿qué es el arte?

J.C: Uno puede acumular una cantidad muy grande de conocimientos y de datos y todavía no saber nada, lo que uno tiene en ese caso es una gran ilustración. Hace falta un acto creativo para que eso se convierta en sabiduría. Hegel dice que la sabiduría aparece como un pistoletazo en la conciencia y el arte es como esta expresión del alma, que es la sabiduría en definitiva dicha en forma directa sin necesidad de recorrer un camino conceptual o un camino matemático. Los caminos conceptuales los recorren los filósofos. En ese sentido Nietzsche tiene un escepticismo enorme porque dice que el único camino para la expresión de la metafísica es el arte, el resto es pura charla. No se si hay que tener ese escepticismo, pero si sé que el arte es una expresión directa de lo más interno y profundo que tenemos, o sea, es el alma del alma. Creo que no se puede reducir el arte a un aspecto específico. En el caso de la Contrarreforma del Concilio de Trento a un problema de tratar de catequizar el universo, y ahora a una serie de juegos con referencias estrictamente sociales. Ha desaparecido la inquietud por la conciencia, por la religión, por el miedo, por la angustia, por la muerte…Hoy pareciera que todos tenemos que mirar y sentir lo mismo, por lo tanto tiene que producirnos a todos lo mismo.

A.D: ¿Cómo es este aspecto de la crítica que reduce el arte a un lenguaje?

J.C: El intento de reducir a un lenguaje en el siglo XX se ha dado en muchas cosas, por ejemplo en la psicología, en la filosofía -muchos autores franceses-, tratar de reducir todo a un problema de nominalismo y en el arte también. Entonces se discute el problema de los soportes, empieza a interesar mucho menos lo que está representado, que es esto tan profundo que llevamos dentro, llamémosle provisoriamente alma. Si tiene importancia el vehículo, entonces todos se esmeran, a ver si apilan resmas de papel o si ponen una televisión con un marroquí hablando en dialecto berebere y que yo no sé por qué está protestando, paso por allí y me quedo azorado por el marroquí que habla por la televisión o una cantidad de nuditos en un marco de madera con algún título ingenioso. Entonces todo el énfasis está puesto en esta búsqueda, las búsquedas son de lenguaje, de vehículo.

A.D: ¿Usted se refiere al nominalismo que coloca el arte en categorías?

J.C: El nominalismo que reduce el pensamiento filosófico estrictamente a un problema de lenguaje.

A.D: Si es un lenguaje, entonces comunica.

J.C: Es que no comunica nada, porque en realidad el énfasis se ha puesto tanto en el comunicante que el comunicar ha desaparecido, y esto es lo que yo veo en las últimas tendencias, pero no es un fenómeno moderno del cual debemos enojarnos. 

A.D: ¿Cómo funciona el mercado del arte en todo esto? 

J.C: El mercado es una bajada de línea mucho más fuerte. El mercado manda, la gente cree que lo que siente está mal, y en definitiva el problema del lenguaje es grave por esto, siempre que aparece un nuevo estadio de la cultura, es verdad que aparece un nuevo lenguaje. La pintura rupestre se pintaba sobre las piedras hasta que se saca de allí y se empieza a hacer esculturas, al principio de piedras, después de bronce, después aparece el lienzo. Pero en general la evolución de los soportes es una consecuencia casi automática y no querida, lo que el artista está tratando de decir está adentro del soporte, no está muy preocupado por cuál es el soporte.

A.D: Usted se refiere a que la forma es parte del contenido y no al revés. 

J.C: Hay momentos en donde el arte es natural y espontáneo. Hauser se refiere precisamente a esto, a que hay momentos en que el arte es libre. Y cuando no lo es, lo puede dirigir la Iglesia, un grupo de aristócratas, el mercado, ciertos críticos. El arte del Renacimiento no está dirigido, en cambio el de la Contrarreforma sí. 

A.D: Sin embargo, está Caravaggio.

J.C: Claro, porque sin embargo sigue habiendo artistas, y sigue habiendo búsquedas. Los más subversivos son los artistas que respetan toda la norma al pie de la letra y nadie les puede hacer nada, pero en el medio están ellos, y nadie se dio cuenta. Esto es emocionante. Hoy hay un arte dirigido en todo el mundo por la conversión de la cultura en entretenimiento. También como una especulación. 

El consejo de la gente que está en el mercado es comprar artistas emergentes que van a subir el precio el día de mañana. Si me dieran este consejo para comprar acciones, tal vez sería razonable. Pero para un coleccionista que lo que hace es expresarse a partir de las obras de arte, este consejo es un desierto. Si yo encontrara mi casa llena de esas obras emergentes porque presumo que el día de mañana van a valer, las acumularía en algún lugar. Nadie tiene las acciones colgadas en la casa. 

A.D: ¿Qué piensa de arteBA? 

J.C: Ahí se nota muchísimo la dirección. Era una feria muy libre y se ha convertido en una feria de arte contemporáneo equivalente y sinónimo de arte conceptual. Se puso sectaria. No se me oculta que es una feria comercial y entonces sigue las pautas de la tendencia legitimada por el poder. 

A.D: ¿Qué opina del envío a la Bienal de Venecia?

J.C: No siento conexión con esto, ni admiración, más bien crítica. Creo que es una elección dirigida. 

POR LAURA BATKIS