Las Bellas Artes según Rep

Buenos Aires, julio 2004. Nº 4.

Mucha gente empieza su día leyendo su tira en la contratapa de Página/12. Laura Batkis eligió en cambio entrevistarlo por su flamante libro Bellas Artes y llamó a Fabián Mauri, para que sacara las fotos.

Multifacético Rep. Dibuja la tira de humor gráfico de Página/12 desde su primer número, donde desplegó un verdadero desfile de personajes, desde Gaspar el Revolú hasta El Niño Azul. Trabajó en revistas míticas como Fierro, El Péndulo y Humor Registrado, donde apareció su primer personaje, El Recepcionista de Arriba. Es autor de Postales, Rep hizo los barrios y La Grandeza y la Chiqueza, entre otros libros. Se mete en la piel de Borges y Kerouac para ilustrar la serie Para principiantes. Investigó todo sobre el humor gráfico y fue por más: se topó  con el arte de los museos y cuenta cómo decidió armar Bellas Artes, el libro que acaba de publicar Sudamericana.

¿Cómo surgió la idea de hacer Bellas Artes

Siempre me gustó recrear los hitos de la pintura. La primera vez que usé el tema fue en 1983, con La lección de Anatomía para estudiar la composición en Rembrandt. 

¿Hacés una traducción?

Sí, se trata de transformar lo que es pintura en líneas. Porque yo soy un dibujante de líneas como casi todos. Y es muy difícil esa traducción. Los ejemplos más acabados de eso son los dibujos de Frida Kahlo y Bacon. 

Es como entender a un artista estudiando su obra. 

Lo que más me gusta es meterme en los cuadros y en la problemática del artista cuando los compone. Traduzco el cuadro a mi estilo y recreo la representación. 

Entonces hacés una interpretación de la historia del arte.

Sí, porque lo estilizo, con el estilo Rep. La relectura es siempre una estilización, aplicar tu estilo. 

En Bellas Artes hay una parte dedicada al arte argentino. 

Del arte argentino me interesa una línea de crítica que pasa por Cándido López como cronista social, continúa con Molina Campos, Berni, culminando con Pablo Suárez y Marcia Schvartz. El Di Tella y los años 60 no me interesan nada. La guita que vino de afuera fue para cortar una tradición. Es una mirada paranoica conspirativa pero me parece que tiene un asidero en todo el mundo. Las modas en el arte hacen mal. Después hay artistas aislados que me interesan, como Kuitca. Soy contemporáneo y entiendo perfectamente sus consumos culturales. Los conceptualistas puros no me conmueven. Otros que me gustan son Noé y León Ferrari, son pensadores. De Macció prefiero la obra más actual, las ilustraciones urbanas. Y también me interesa Benedit.

¿Cómo te sale la parte del humor?

Esa es la etapa donde yo quiero que toda la gente entienda conmigo la aventura maravillosa que es la historia del arte. Esa es la parte más masiva  donde hay una intervención profesional. Quiero que se democratice la enseñanza de la historia del arte. Mucho del pésimo arte que hay en circulación se contrarrestaría educando al soberano,  cuánto más conocimiento, mayor calidad de catadura y mayor selección. Entonces habría más filtro y mejor arte. Ojo, esto no tiene nada que ver con una idea aristocrática ni elitista de lo bello, sino que a más información, menor apropiación careta del conocimiento. Todos
tenemos derecho a la desolemnización de algo tan elemental como el arte.

Y el humor es una puerta de entrada..

Yo no puedo teorizar sobre el humor, porque la humorística es mi mirada del mundo. Veo la obra del Giotto y me sale una mirada humorística. Una mirada paradojal, que saca solemnidad a la escena. Yo no podría ser un artista plástico serio. No podría ser Kiefer. Bellas Artes es una lectura paródica con mucho amor hacia los artistas que tomo. 

¿Cuál es la diferencia entre un humorista gráfico y un artista plástico? 

El artista plástico es un pensador. Ese pensar no se requiere demasiado en el humorista gráfico. Como tampoco un periodista es un pensador.

Hay pocos humoristas que son pensadores y por ende, artistas. En el arte es necesario que haya un pensamiento propio. El arte lo hacen los autores. 

¿Y en el humor gráfico no hay autores?

Sí, algunos. Quino es un autor y un pensador. Breccia no se puede olvidar, marcó un antes y un después dentro de la historieta. Ahondó en sus raíces, en la marginalidad y la orilla, Mataderos, el sur, Y explotó los límites de la historieta. Otro autor que realiza una obra mayor es José Muñoz. Y sólo hablo de argentinos. Otras maravillas son  Oski, Copi, y Calé.

En el humor gráfico hay más condiciones.

Claro, no se puede trabajar una imagen tan obsesivamente como De Chirico porque el tema de trabajar para medios masivos de comunicación establece un montón de acuerdos previos. Tanto los gráficos como los periodistas tienen una especie de educación sentimental, tienen que comunicar lo más llanamente posible. Estás siempre pensando en el comitente, el artista plástico es más libre. Tomemos a Matt Groening, el de los Simpson, por ejemplo,  nunca quiso tener una comunicación de galería de arte. Otro es Robert Crumb, un artista a la altura de Lichtenstein, pero siempre tuvo la intención de ser masivo desde el underground. 

¿Cuál es esa comunicación de galería de arte?

No es lo mismo el circuito del marchand que el del editor. Hoy está pasando algo interesante y es que los límites se van borrando. La aristocracia del arte se está mezclando con la aristocracia editorial. Podés encontrar tanta calidad en la gráfica como poca calidad en el arte. 

Si el artista es un pensador… ¿el gráfico no piensa? 

No, es que tiene otros tiempos para pensar. El gráfico tiene pensamientos urgentes que conspiran contra un pensamiento propio. Yo estoy pensando todo el tiempo en lo que está pasando y tengo que traducir esa realidad de la actualidad, con un lenguaje claro para que lo entiendan en cualquier barrio de Buenos Aires o en las provincias. Tu pensamiento está contaminado de masividad, y eso le quita poder al pensamiento propio. No hay un filósofo que tenga un pensamiento masivo, generalmente le hablan a sus camarillas. La masividad no revoluciona. Hay muchos factores que se cuelan, está cada vez todo más vigilado.

¿Te referís a cómo el sistema digiere todo acto revolucionario?

Sí. Cuando aparecen los Beatles que ya tenían una intención masiva, al hacer el quiebre realmente sorprenden, porque venían con la fuerza anterior. Después ese lenguaje mismo es devorado por el sistema. Tarde o temprano, todo lo que es un lenguaje nuevo se metaboliza. Mirá el logotipo de Sex Pistols y la imagen de los punks del ’76. Pasó de ser subversivo a ser una pavada de museo. 

¿Cómo es trabajar con la inmediatez?

Es ser un cronista. Yo estoy naturalmente informado, lo que hago es cada día sumar una nueva información y tratar de hacer algo con esa ensalada de noticias. Hace diez años eran cinco noticias, ahora son cuarenta y cinco. Es impresionante todo lo que se informa durante el día. 

¿De dónde sacás la información?

De la radio y de mi diario. Estar informado todo el tiempo hace que muchas cosas no te sorprendan, como el ataque a las torres gemelas. Solo me puede llegar a sorprender lo que sea una lógica distinta. 

¿Por ejemplo?

La llegada de extraterrestres. Es lo que estoy esperando (risas). 

¿Cuándo te empezó a interesar lo que pasa en el mundo ?

A partir de 1980,  cuando estaba trabajando en la revista Humor Registrado.

¿Y antes?

Mi deseo de ser dibujante era atemporal. Podía hacer chistes de náufragos en cualquier revista.  Del 78 al 81 Humor Registrado fue una revista con intenciones humorísticas. Después fue una revista de actualidad y finalmente terminó siendo una revista aburrida. Pero ahí me formé informándome. Empecé a tener una lectura del mundo, que se incrementó con la guerra de Malvinas. Aprendí a tener la lectura del perdedor, porque somos perdedores. Y como humorista a mí me viene bien estar del lado del perdedor. 

¿Cuáles son los temas que no tocarías?

Ninguno, me doy libertad para tocar todos los temas, humor negro, la religión, yo confío en como llego a esos temas.

¿Y de qué lado estás en la serie Bellas Artes?

Del lado del perdedor, muy lejos del rey que paga. Del lado del Velázquez rebelde que hace Las Meninas. Del lado de la angustia del artista. Por eso uno de mis artistas preferidos es Goya, porque es un sufriente. 

¿Cómo te aproximás a estos autores?

 Me meto, investigo, me pongo en la piel de ellos. 

¿A quiénes no dibujarías ?

Me propusieron a Osvaldo  Soriano pero, aunque era mi amigo no me daba el aliento para tanta cantidad de páginas. Su vida y su obra no tenían el misterio suficiente para mí. Tampoco haría José Martí ni Lugones ni Chico Buarque.

¿Y los que te interesaría dibujar?

Los Beatles, Rodolfo Walsh. 

Pero no te quedás solo en la tira.

Son diferentes procesos. En Bellas Artes hago parodia, como en La Grandeza y la Chiqueza. O reportajes gráficos donde cuento lo que viví, en la gira de Fito Páez, viendo un recital de la Mona Giménez o como en el 2003 cuando vinieron Chávez y Fidel Castro y me pasé un día en el hotel con ellos. Son crónicas que salen de la rutina del humorista. 

¿Cómo es para vos exponer en una galería o en un museo?

Muy diferente a las típicas muestras de humoristas gráficos. No me gustan las exposiciones donde se muestran los originales de las tiras. Para mí el museo o la galería son recintos sagrados. 

¿Cuás es la diferencia entre el chiste y el humor?

Hay que diferenciar el chiste de la comicidad y el humor. La comicidad es lo que se hace en el teatro de revistas. Una técnica con fórmulas que se aprenden. En cambio, el humor es pensamiento si fórmulas. No es solo el chiste, sino tener una mirada humorística de la vida. La comedia del humorista está al borde de la tragedia, no así la comicidad. El humorista primero se comprende a sí mismo y se ríe de si mismo, después se ríe de los demás. La comicidad solamente se ríe de los demás. 

En la vida cotidiana, ¿tenés humor?

Sí. Miro la vida de manera paradojal, como si fuera una pintura cubista. Me involucro con algo y veo al mismo tiempo una situación dramática, liviana, curiosa y otra humorística. Mis dramas personales los vivo de manera poderosamente dramática y después trato de tener una distancia que la traduzco en escritura y después cuando lo cuento, trato de tener un tono humorístico. 

¿Hay un humor argentino? 

Lo que veo como humor netamente local es el del hombre de campo. Creo que es algo muy puro de cierta argentinidad. Me gusta el humor tonto, pero cuando viene de alguien inteligente que no hace gala de su prosapia ni su erudición y que no le tiene miedo al ridículo. Esa es hoy para mí la manera más estilizada de ser inteligente.

POR LAURA BATKIS