Los modelos de Herrero – Alicia Herrero

Catálogo de la exposición de Alicia Herrero en Fundación Banco Patricios. Buenos Aires, 28 de Agosto al 22 de Septiembre de 1997.

Vivimos bajo la incierta certeza del libre albedrío, con la ilusión necesaria de creer que somos dueños de nuestras elecciones, gobernando la voluntad personal y afirmando decisiones que muy pronto cambian, se readaptan o simplemente se diluyen y adquieren la extraña forma de un pensamiento residual en estado de exilio, como pensado o soñado por alguien que se parece muy poco a uno mismo. Cada época genera un sistema de valores que estructura la visión del mundo de cada grupo, sus modos y maneras, sus anhelos colectivos y prometidos, sus marcas y señales que definen el perfil de cada tribu, con sus ídolos y sus modelos. Alicia Herrero selecciona aquellos ejemplares que por su perfección deben ser imitados, y que, por la misma razón, se acumulan en los museos para distinguirlos como auténticas piezas de colección, dignas de ser estudiadas y admiradas.

Montadas sobre la pared, sus chapas de aluminio esmaltado recortan la silueta de mujeres victorianas, que fueron tomadas por la artista de réplicas de porcelanas inglesas del siglo XlX. Lindsay, Sally, y Summertime comparten el certificado de nobleza que le otorga el hecho de aparecer en un catálogo de venta londinense, el “Royal Doulton” que legitima que son las piezas más finas de colección del mundo (the finest collectionable). Agrupadas en torno a la serie que Herrero denomina “Romántico”, estas modelos de mujeres conviven con jarrones alemanes de porcelana, del siglo XVlll, como el Vazen 1740. Siempre elige la pieza más representativa de la serie o colección, como en el caso de los aviones de caza de la Primera Guerra Mundial, donde selecciona el arquetipo del modelo que, acentuando su complejidad y sofisticación, como el Fokker D. Vlll, el R.5130, y el D.H. 82 A Tiger Moth, copiados de manera exacta con las enseñas de identificación que se emplearon hasta 1947. En otra serie, que la artista titula “Génesis y Manipulación” Herrero también recorta y clasifica, pero usando fuentes muy distintas a las del primer grupo

Son imágenes que provienen de su historia personal, como dibujos de libros escolares que pertenecieron a su madre, fotos de vajilla doméstica de la revista “El Hogar” y ciertos íconos populares difundidos en la década del ’50 como el gaucho, la china, el mate, la vaca, el arado, y las carabelas de Cristobal Colón, entre otros. Pero estos no son modelos museográficos ni piezas de colección, sino que funcionan como paradigmas de lo pretendidamente nacional y distintivo de nuestra historia cultural.

En cada momento de la historia se construyen categorías como las del “buen gusto” y comportamientos que clasifican pautas de conductas que se adecúan a una cierta “norma”. Las pautas estéticas, aquello que se establece como modelo oficial, coleccionable, imitable y anhelado, son construidas por grupos de poder dominantes que legitiman y establecen como general, una definición particular de la cultura que refuerza en unos el sentimiento de pertenencia, y en otros el sentimiento de exclusión.

Pareciera que al hombre de hoy le preocupa mucho adecuarse, pertenecer y parecerse a modelos trazados por otros, con una mansedumbre que opaca la más mínima capacidad de enfrentamiento, sin ni siquiera intentar reflexionar sobre aquello que se está imitando hasta llegar, como diría de la Vega, “a readaptarnos a ser cualquiera menos el tipo que se debiera”.

Con sus modelos, Alicia Herrero plantea con aparente ingenuidad, la perversión de las verdades del arte y la fragilidad de nuestras elecciones cotidianas.

POR LAURA BATKIS