Mariela Scafati

Espacio de Arte Lelé de Troya (Buenos Aires).  Julio 2002, N° 185.

Actualmente en Buenos Aires el circuito de distribución y consumo del arte ha cambiado notablemente. La necesidad de generar nuevos circuitos ha propiciado la apertura de opciones alternativas de exhibir la producción artística. 

Así surgieron una cantidad de Espacios de Arte que aparecieron como sitios de reflexión y encuentro entre artistas, intelectuales y espectadores para promover un ámbito de diálogo entre el público y el artista. Un nuevo tipo de espectador circula por estos lugares, más alejado del esnobismo del coleccionista de moda y más cerca del degustador “amateur”, aquel que ama lo que conoce. De manera espontánea, este fenómeno delimitó una nueva geografía urbana apartada del circuito tradicional de la calle Florida en Retiro ampliando el espectro hacia los barrios de Palermo, y los más populares como el Abasto, Almagro y Villa Crespo. 

También el rol del típico dealer de arte es muy distinto al de los curadores de estos sitios que, en su actitud, se parecen al marchand de principios de siglo XX, amigo, conocedor y seguidor de la trayectoria de los artistas que eligen. A los espacios ya instalados como como Braga Menéndez/Schuster Arte Contemporáneo, Duplus, Belleza y Felicidad, Sonoridad Amarilla y Juana de Arco, se suma ahora Lelé de Troya, un multiespacio gastronómico en Palermo Viejo, con una sala de teatro y otra de arte. Esta última está bajo la dirección curatorial de la artista Ana Gallardo que en esta oportunidad convocó a Alina Tortosa para participar como curadora invitada en la muestra que actualmente se exhibe. 

Mariela Scafati (1973) pertenece a la nueva generación de artistas que se han formado en la década del 90, pero que a partir del año 2000 empezaron a exhibir sus trabajos en galerías e instituciones. Actualmente se puede encontrar en los artistas emergentes dos tendencias. Por un lado, aquellos que han optado por una vertiente política, a partir del impacto de la violenta situación crítica que se vive en la Argentina. Por otro lado, hay todo un grupo de artistas como Scafati que se han replegado a la pintura de caballete, retomando de manera ecléctica los postulados de la abstracción.

Scafati estudió diseño gráfico y artes visuales en Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires). Después de pasar por los talleres de Pablo Suárez y Tulio Sagastizábal, en 1997 se radica definitivamente en Buenos Aires, cuando entra becada en el programa para artistas jóvenes a cargo de Guillermo Kuitca. 

En el año 2000 realizó una serie de intervenciones urbanas junto con Cecile Belmont. Se trataba de frases pintadas a mano, imitando la tipografía de las plantillas arquitectónicas. “No sé si estás acá o en otro lado” se podía leer cerca del Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca, haciendo alusión a la ausencia del director de la Institución que la había invitado. A modo de invocación pública apareció el “Rana René donde estás” en Almagro (Buenos Aires). Después empezó a usar frases con giros idiomáticos inventados, como “I can’t believe my eyes” (pared del Rectorado de Buenos Aires) o “Show me your pink” como una especie de anuncio de una muestra inexistente en el muro lateral del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

Su trabajo experimental en espacios públicos está ligado a la manera de exhibir sus muestras en salas cerradas. Las frases y la tipografía se fueron incorporando a los cuadros. El texto pintado en la pared queda tapado como una instalación cuando coloca los cuadros por encima, y rastros de frases se pueden leer en los bordes de algunos cuadros. La cuadrícula de verticales y horizontales de sus obras parte de una grilla realizada a partir del propio soporte. La medida de cada línea está basada en el ancho del bastidor, de manera que la estructura matemática de cada pintura está en relación con la misma estructura que “sostiene” a la obra. Una lógica inventada, con la misma libertad que inventa un lenguaje privado. La grilla de colores es muy saturada, y cada uno está mezclado con el siguiente, de manera que provoca una especie de tautología pictórica porque todos los elementos del cuadro están en perfecta relación. La imperfección de las líneas y la trama decorativa sugieren un tono poético, que a veces se tiñe de melancolía en el modo de presentar los trabajos. En ocasiones la música acompaña sus muestras, como: “He venido para decirte que me voy”, la frase que Serge Gainsbourg repite incansablemente frente a una implorante Jane Birkin llorando de fondo. Scafati parece inventar así, una variante nueva de “la abstracción romántica”.

POR LAURA BATKIS