Mundo Gordín – Sebastián Gordín

Mayo 2004. Nº 2.

Sebastián Gordín es uno de los artistas más interesantes del panorama actual. Laura Batkis cuenta como a los 34 años logró generar un estilo personal que se puede ver en “Historias asombrosas”, la muestra que exhibe en la galería Ruth Benzacar, con los dibujos originales que realizó para “Tatuado”, la película de Eduardo Raspo. 

¿Cómo fue la selección de las obras para la muestra “Historias asombrosas”? 

Me ayudó Marcelo Pombo. Yo estaba perdido, porque tenía dos series de dibujos. Unos más espontáneos  y otros más íntimos y más concentrados en un  formato. No sabía qué exponer, y Pombo me ayudó a decidirme por los más precisos. Son acuarelas sobre papel, tamaño oficio. 

¿A qué te referís en estas historias? 

Parto de tapas de revistas de ciencia ficción y de literatura fantástica antiguas estadounidenses, de la década del 20 y del 30. Mezclo esos títulos con situaciones muy cotidianas y fáciles de resolver, que en realidad carecen por completo de misterio. Hay un director de cine que se llama Eduardo Raspo, que está haciendo su primer largometraje. En esta película, que se llama “Tatuado” está como un objeto el “Libro de la Selva” de Kipling. Yo hice las ilustraciones del libro. Los dibujos originales también están  en la exposición. Por eso en el catálogo puse como texto un fragmento del libro de Kipling. 

Mientras tanto estás trabajando en una obra para el Premio Petrobras a las artes visuales para arteBA. (me muestra la maqueta)

Sí. Es el fragmento de una ciudad destruida. Hay  un edificio en ruinas y en llamas. Las llamas van a ser de madera, con fuego avanzando por las paredes. Todo se está destruyendo. En el primer piso se va a ver por la ventana un fueguito, y lo demás va a estar todo oscuro. Hay otro edificio también en ruinas, y en el que se van a ver solamente los baños, sale agua por las bocas de luz en vez de hacerlo por las cañerías rotas, como en las películas de los tres chiflados. 

Tiene un tono surrealista extraño. 

Y más en la parte digamos anecdótica. La parte narrativa de esta obra es con personajes  adentro de miembros cortados, grandes, desproporcionados. Una cabeza y un pie y personitas caminando por dentro. Como si antes del terremoto y el bombardeo hubiera pasado un gigante. Y esos hombrecitos armaron su refugio en los huecos de esos cuerpos despedazados. 

Me contás tus obras y me parece estar viendo una película de horror, una hecatombe. 

Yo me armo una  historia, se me van ocurriendo cosas, que tal vez en la versión final de la obra vaya cambiando . No se de dónde me sale ese tono de pesadilla. Algunas cosas las tomo de El Bosco, con todas las mutaciones del mundo fantástico. Los cambios de escala en mi obra dan lugar a diferentes interpretaciones. No se sabe si son miniaturas gigantes o versiones reducidas de algo monumental. 

Dame un ejemplo de cómo se te van ocurriendo las soluciones para tus obras. 

Todos estos días estaba pensando cómo iba a ser el piso de esta obra. No tenía ninguna pista. Y ayer tenía que ir a un lugar lejos, tenía un viaje largo en colectivo, entonces me llevé algo para leer. Agarré el libro Skin Deep  de Charles Burns, un historietista. Me interesó el tratamiento del piso en la ilustración de la tapa, una especie de basural , tal vez lo use en mi obra. 

¿Cómo se activa tu mundo cuando te piden una obra para una muestra o un premio?

Yo tengo más obras preparadas en carpetas de las que puedo producir. No soy un manantial de ideas, es que trabajo muy lentamente, entonces durante el  tiempo que me lleva hacer una obra voy investigando distintas posibilidades, especialmente con los materiales, y eso lo aprovecho para la obra que sigue. Es muy difícil que no sepa qué hacer cuando termino una obra.(paramos porque tiene que pegar una puerta en la obra que está haciendo, y no puede dejar que se seque  el cemento de contacto) Seguimos….

¿Cómo son esos bocetos?

Es algo mixto entre dibujos y textos. Son situaciones. 

(Gordín me muestra su carpeta-  laboratorio de ideas, la agarro y leo en una hoja): “Esta es una pregunta de rigor científico: ¿puede la gente y los autitos desaparecer sin dejar rastro?”

Esto iba con dos personas levantando unos edificios y buscando personas y autos. La frase salió de la televisión. Como yo trabajo con la televisión encendida, de pronto escucho cosas que después escribo, aunque no sea exactamente lo que dijeron. Esta frase la escuché en canal Infinito, y me pareció una buena pregunta.(Mira la puerta que acaba de pegar en su obra “ay que boludo pegué mal la puerta, bueno, no importa”). 

Miro otra hoja de la carpeta y me dice: Estos eran bocetos para unos soldados que iban a estar llevando a Gulliver esposado, lo llevaban arrastrando, atado a unos platillos voladores… generalmente lo que queda en esas carpetas son delirios que pienso que tal vez haría algún día si tuviera más tiempo. Seguimos mirando bocetos: Acá hay dueños de perros con sus perros, iban a ser pequeñas esculturitas. Acá hay otra obra que  iba a hacer con Fabio Kacero: una empresa que tenía en display obras de Kacero. Pero generalmente no recurro a esta “carpeta de ideas” . Seguramente algo de todo esto queda en mis obras.  

Cuando no se que hacer, generalmente dibujo jugadores de fútbol. 

¿Te levantás a la noche a escribir una idea?

No. Sabés que no tengo muchos arranques de inspiración. Antes sí. 

En tu obra hay muchas situaciones angustiantes. 

Sí, siempre hay mucha gente que se muere. Lugares arrasados y destruídos, el fuego, los incendios. 

¿Te interesa que relacionen tu obra con el desamparo del mundo de hoy y ese tipo de interpretaciones que buscan en tus trabajos el reflejo de la realidad?

Yo creo que nunca me tengo que proponer “voy a trabajar sobre los temas de la realidad cotidiana”. Yo se que hay gente que se lo plantea. Y piensa “voy a tratar de que el arte llegue a la gente a partir de tal mecanismo y hable de tales cosas”… No hace falta , porque como vivo acá, necesariamente me impregno naturalmente de lo que sucede. Nunca me planteo cuál es la función del arte y esas cosas, no siento esa presión. No creo que el arte tenga que acompañar todo el tiempo el momento en el que vivimos. Puede ser el reflejo de un momento que se vivió hace 20 años, 100 o 500. Es tan fácil ver en mi obra un artista poco comprometido con la realidad social como lo contrario. 

Y ese límite te gusta, que la gente pueda hacer todas esas interpretaciones. 

No. Me gusta ver cuando hay lecturas que saben disecar la obra y ver de dónde viene cada parte. Cómo alguien que come y sabe reconocer un ingrediente. Como cuando un cocinero se esmera y alguien le dice acá le pusiste clavo de olor, y es muy sutil, pero ese comensal se dio cuenta. Igual cada uno percibe de acuerdo a su cabeza, y está bien, yo los escucho. 

Te imagino viendo las películas de terror del sábado por la tarde, con esos monstruos  de cartón. 

Sí. Están esos recuerdos, pero también me ayuda mucho el material para pensar una obra. Cuando compré estas láminas de madera de raíz, esos dibujos de la madera me parecían fuego, y pensé que algún día las iba a usar. Y las estoy usando ahora. El material me ayuda a desarrollar una idea. 

¿Contame qué es lo que leés?

Ahora casi nada . Siento que necesito procesar la información que recibí durante muchos años y hacer con todo eso mi propia obra.  Soy demasiado  permeable a cosas que veo, y llega un momento en el que siento que no puedo absorber más nada. Como los materiales me dan mucho sustento en mi trabajo, más que leer recorro lugares. Voy por Congreso, el centro, me meto en pequeños negocios de bases, de acrílico, tornillos, pintura, electrónica. Ese es mi centro de operaciones. 

En otra época todo lo que había afuera te interesaba más. 

Sí, iba al cine, leía revistas de comics. Mis favoritos son: Robert Crumb, Winsor Mc Cay, Wolverton, Jim Woodring, Gary Panter. El cine de clase B me interesó mucho por las mutaciones. También la época del post Hiroshima con la paranoia de las transformaciones genéticas causadas por la radiación. Tuve un período  de terror humorístico, un género que abandoné. Dejé de ver las películas clase B como “bizarras” y las empecé a ver como películas malas. Y me empecé a cansar de ver cine malo. Eso de lo bizarro pasa sólo en el cine. En otras artes, como la plástica, no hay un culto a la pintura bizarra, donde la gente va a una exposición y dice qué malo que es este pintor y se ríen de lo que supuestamente está bien hecho pero está mal hecho. 

¿Y pensás lo mismo de los directores del Dogma, con el uso que hacen de la cámara y los planos? 

No vi mucho. Recuerdo Bailarina en la Oscuridad, la que protagonizó Björk. La película está buena, pero me parece que a ella lo podrían haber dejado vivir. Era bastante con todo lo que le había sucedido. La vimos con Vanna, mi mujer, y mi hija Gaia que en ese entonces tenía 2 meses. Estaba en mis brazos dormida. Y yo con una angustia, ella se despertaba, yo trataba de dormirla. Fue todo un esfuerzo para llegar a ese final y angustiarse toda la semana. Fue desmedido. 

Me contabas que ahora tenés una frase, y es “no voy al cine”. 

Sí, es una respuesta que doy para que no me pregunten más. Cuando voy a la cancha con 3 amigos, dos de ellos hablan todo el partido de libros y de películas. Siempre me preguntaban ¿viste tal película? Y siempre mi respuesta era no la vi. Entonces empecé a decir  “No voy al cine”. Pero no estoy aislado del mundo, lo necesito, porque no confío tanto en mi imaginación. Busco fuentes de información en otros lados. Me doy cuenta de que he dejado de consumir cultura de manera sistemática. Si compro un disco o una revista, compro lo mismo que cuando tenía 20 años. Mi discografía y mi discoteca la hice hasta los 25 años. Talking Heads, Ska, te lo digo y me siento como un viejo. Sin llegar a la famosa frase de  “El 90% de todo es una mierda”- es una frase de alguien, no es mía- te diría que en realidad son más las cosas que uno detesta que las cosas que uno ama. De esa frase lo que me gusta es la subjetividad de esa afirmación, que es una sensación que todo el mundo tiene pero que nadie puede decir muy bien por qué. 

¿Qué artistas te interesan?

De acá, el “trío más mentado”: Miguel Harte, Marcelo Pombo y Pablo Suárez. Yo soy como un groupie y ellos mi banda de rock. Del arte internacional me gustan Ron Mueck, Matthew Barney, Paul Mc Carthy, Alain Séchas y Niki de Saint Phalle.  

¿De dónde proviene tu interés por la arquitectura? 

Siento una necesidad de ubicar mis obras en el lugar donde vivo. Acá mi referencia no es la naturaleza, la montaña o el río. Y cuando aparece la naturaleza la hago de madera o de bronce, o sea, que la vinculo con la arquitectura y con las cosas. Todo pasa por un filtro que es mi manual de estilo, y en eso soy muy riguroso. 

¿Como definirías ese “estilo Gordín”?

Como una  manera de reconstruir todo lo que ya está construido, de hablar de todo lo que ya se habló, de tomar materiales que se usaron para una cosa y transformarlos en otra, de buscar similitudes entre el mundo en escala 1 en 1 y el mundo en escala 1 en 20. Mi mundo es otra manera de reproducir el mundo. 

Gordín por sus colegas y admiradores

Marcelo Pombo (artista, se refiere a la muestra “Historias asombrosas”)
“Amo a Gordín y a su trabajo desde que los conocí. Me pidió consejo porque no podía decidirse entre una muestra de dibujos simples y puros u otra de pequeñas acuarelas más anecdóticas y misteriosas, con mucho más trabajo y más ligadas a la exquisita belleza formal de sus esculturas u objetos. Le aconsejé exponer estas últimas. Por muchas razones de las que hablamos creo que coincidimos en nuestra predilección actual por la sincera seducción más que por el formato genio del arte contemporáneo”.

Miguel Harte (artista)
“Son muy contadas las veces que disfruto de muestras como lo hago con las de Sebastián. Frente al mundo Gordín siento un encantamiento, algo entre el asombro que tienen los chicos al escuchar un cuento y la fascinación frente al juguete nuevo. Sebas inventa siempre y usa todo, es ingeniero, iluminador, ebanista, arquitecto y mucho más. Y creo que intenta hacerme creer que sus cosas cobrarán vida propia en cualquier momento. El es uno de los artistas más apasionados y honestos que conozco. Y me impresiona que su lenguaje sea desde hace tanto tiempo super sólido y a la vez con tantas variaciones formales. Sus cosas son inquietantes. A veces nostálgicas o desoladas, ácidas, burlonas o densas, nunca pierden gracia, siempre son frescas.
¿Qué más puedo decir? La verdad es que es un animal, un fuera de serie”.

Pablo Suárez (artista)
“Encontré el estadio cuando el partido ya había finalizado. El verde césped de la cancha, moteado de papelitos, retenía aún los ojos de unos pocos espectadores rezagados que sentados en las gradas esperaban tal vez que alguna inolvidable gambeta se repitiera. Apreté el paso y crucé la pequeña plazoleta presidida por la figura de un monumental ornitorrinco, que, erguido sobre sus cuartos traseros, lleva en sus brazos el cuerpo sin vida de un joven.
Buscaba el bar El Dor, que en la primera visita me había fascinado, cuando imprevistamente, a la escasa luz del atardecer, desemboqué en la plaza de los ajusticiados. Figuras fantasmales pendían de las horcas meciéndose empujadas por la suave brisa. El macabro espectáculo me hizo retroceder. Recuerdo haber deambulado largamente por las casi góticas callejuelas, perdido y sin nadie que pudiera darme alguna indicación. Desistí del intento de hacer hablar a la joven en camisón, que, seguramente víctima de sonambulismo, permanecía inmóvil en la esquina penumbrosa. Dejé atrás a la inquietante, casi vampiresca aparición y procedí mi camino, indeciso y algo temeroso, porque Gordilandia es enorme y diversa, y en ella perderse puede ser para siempre”.

POR LAURA BATKIS