Mutiladitos Suplicantes – Rep

Prólogo del catálogo de la exposición de Rep en el Centro Cultural San Martín, Buenos Aires, 2000.

En este mundo globalizado pareciera que los avances de la informática son inversamente proporcionales a la calidad de vida. Miramos por televisión cómo se festeja el año nuevo en todos los rincones del planeta, tenemos acceso a minúsculos teléfonos celulares para hablar de nada y sin embargo, el hombre, en términos generales, no es más feliz que en otros siglos. Vivimos para trabajar y pagar cuentas que nunca alcanzan a saldarse, y acumulamos decenas de números telefónicos en agendas electrónicas de gente que, en muchos casos, ni siquiera recordamos. 

Las consecuencias del capitalismo salvaje nos enfrentan con la crudeza de una organización en la que todos estamos afuera. Ya no se trata de las minorías étnicas, religiosas o sexuales. La creciente pauperización modela un sistema en el que la inclusión social es un privilegio para pocos. Ahora existe el término “queer” para nombrar a las diferencias que son objeto de discriminación, incluyendo a todas las formas posibles de marginalidad del sistema. Devastados moralmente por la imposibilidad de todo, imploramos un terreno de pertenencia que nos arranque del alma esa especie de tensión interior que nos provoca el desamparo. 

“La idea de los Mutiladitos se me ocurrió ni bien terminó la Guerra de las Malvinas en el ´82”-me dice Rep-. “En ese entonces, hice una historieta que se publicó en Superhumor, donde mezclé un drama amoroso por el que yo estaba pasando con el drama nacional de la rendición argentina. Después seguí usando estos personajes, que andan sin piernas, sobre unos carritos con ruedas, avanzando dificultosamente con unas manoplas, porque es una historia más que quiero contar. El hecho de vivir en un país donde todos somos mutilados, y a pesar de eso, las cosas tienen que seguir funcionando. Con el tiempo, el Mutiladito se acostumbra a su situación y genera nuevas herramientas para continuar”.

Rep utiliza de manera pictórica los recursos del dibujo animado. Sobre un papel planta en lápiz los personajes y los escenarios. Por encima, coloca una lámina de acetato, calcando el diseño con tinta negra. El dibujo pintado delimita las áreas de color por detrás de la lámina transparente, que finalmente queda superpuesta al papel del fondo. Evita el dramatismo del impacto gráfico con el uso del color, que suaviza el tema y le da ese tono de humor goyesco que caracteriza a su obra. El proyecto previo surge de una infinidad de bocetos, donde los mutilados se van metamorfoseando hasta convertirse en entes casi abstractos, donde el margen de humanidad es apenas un gesto. Caras con enormes bocas abiertas y desgarradas, miran hacia el cielo en un acto de invocación.  “En esta muestra -continúa Rep- uní a los Mutiladitos con los Suplicantes. El año pasado fui al Museo de La Plata y vi unas cerámicas aborígenes de Suplicantes. Eran bellísimas. Estaban suplicando algo al cielo, y esa idea de ruego, como pidiendo un milagro, está presente a lo largo de toda mi serie. Hay una fila de desocupados en la calle Berni, con el diario Clarín bajo el brazo; una obra basada en un cuadro de Goya, donde hay un bebé, que es el suplicante por excelencia; los sexos mutilados; un mundo de mutiladitos; el Cristo, y por último mi padre. Mi papá está en una silla de ruedas, imposibilitado mentalmente, mutilado porque está preso de su cuerpo, con la boca abierta recibiendo medicamentos. La psiquiatría es patética, ya lo denunciaba Artaud. En esta obra dibujé un ángel, como una manera de salvar un poco a mi padre. El cuerpo es un envase del cual uno a veces quisiera escaparse, como en los esclavos de Miguel Ángel”.

POR LAURA BATKIS