Alfredo Londaibere

Centro Cultural Borges (Buenos Aires) . Noviembre de 2005. Nº 217.

La muestra de Alfredo Londaibere es la concreción de un proyecto iniciado hace diez años, durante la beca para realización de objetos y esculturas con Pablo Suárez y Luis Benedit otorgada por la Fundación Antorchas. Se trata de once objetos  en cajas de metacrilato, a modo de fanales, realizados en  yeso, aluminio anodizado y óleo sobre madera. Londaibere tiene el talento de pasar de las témperas a las acuarelas, de allí a los collages con fotografías  y los objetos sin dejar de lado su actividad como docente, gestor cultural y curador- hasta hace pocos años-  del Centro Cultural Ricardo  Rojas después de Gumier Maier. Sin embargo, todos sus movimientos giran alrededor de un leit motiv: la idea del arte como un camino espiritual. Sigue de manera libre los lineamientos de la Bauhaus y el interés por Oriente de maestros como Itten y Xul Solar. En esta serie, hay una reminiscencia directa a los conceptos que dieron origen a la escultura moderna, con las ideas de ritmo, equilibrio y espacio, que se visualizan en los alambres de aluminio que enmarcan cada figura. Son escenas donde ocurren situaciones a partir de módulos que se reiteran de manera similar, sin conformar la idea de serie minimalista. Por el contrario, el artista realiza casi de manera artesanal cada módulo mediante vaciados en yeso y una sutil policromía con aguadas de témperas. Cada objeto de yeso es como un tótem que señala un lugar específico en la cadena incesante del destino. Las piezas se ubican  en una base de madera pintada que remite a un juego de mesa, con líneas que se intercalan e interceptan marcando cada posible jugada como en una carta astral. El artista se refiere a su obra diciendo que son “la evocación de ruinas y malezas como símbolo de transmutación de los ciclos vitales”. Y el plano de apoyo marca, según sus palabras, “los desplazamientos espaciales, lo terrestre y los puntos cardinales”. Estas imágenes que sugieren tensión y poesía,  esquivando el lenguaje verbal, la descripción, dejando que la mirada del espectador sea la evidencia certera, junto con la memoria y el recuerdo, de la existencia de estas obras.

POR LAURA BATKIS