Diego Bianchi

Galería Alberto Sendrós  (Buenos Aires). Junio 2006. Nº 224.

Diego Bianchi (1969) es diseñador gráfico. Estudió con Pablo Siquier y fue becario de Guillermo Kuitca. Su muestra Imperialismo Minimalista es exponente de una tendencia que se manifiesta en el arte de la “generación 2000”: las instalaciones con elementos orgánicos en descomposición, olor, moscas, y ruido, y un tipo de arte más cercano a la idea de generar situaciones estéticas que al objeto artístico como fetiche de culto. 

Bianchi selecciona de manera fragmentaria recursos del situacionismo, del arte de acción, la deshabituación del Dadá y el colorido consumista del Pop. Para financiar su muestra, mandó la foto Tiempo compartido acompañada de un texto en el que instaba a comprarla o devolverla. Esta exposición revela la manera dogmática y casi militarista en que se imponen los estilos de acuerdo al imperialismo de bienales y ferias de arte. La obediencia frente a esta estrategia autoritaria del modelo globalizado comienza cuando el espectador tiene que escalar una rampa colgado de una soga para acceder a la muestra. La forma de ingresar en el espacio expositivo es dificultosa. Superada la primera destreza física, se llega a la instalación, que  parece un jardín artificial con una acumulación saturada de elementos muy simples (minimalistas) cuyo exceso invierte, no obstante, el concepto histórico del término “minimal”. 

Toda la exposición es un gran combate un poco absurdo entre marcas, logos y sellos corporativos. Hay una guerra de pegamentos de marcas nacionales y extranjeras, colocadas siguiendo la formación de un ejército donde las barras alemanas avanzan sobre las nacionales, en una batalla de víctimas y victimarios, como el pan que va siendo devorado por insectos, o el camuflaje absurdo de elementos banales, como una pala y un escobillón. La aparente inocencia de un juego de mesa es alterada cuando el artista  coloca sobre los tableros tapas de gaseosas Pepsi y Coca Cola. En este juego de marcas donde se gana eliminando al otro de su propio territorio. 

En la era de la industria cultural, Bianchi nos devela las estrategias del marketing del capitalismo salvaje que hoy es parte del mundo del arte, en una tendencia que promueve borrar el deseo personal con la dudosa ilusión de eliminar la angustia existencial, todo bajo el amparo vip de una marca de cigarrillos.

POR LAURA BATKIS