Fabián Marcaccio

Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA, Buenos Aires). Abril  2006. Nº 222. 

Fabián Marcaccio exhibe una intervención en el MALBA realizada especialmente para la Argentina, su Ezeiza-Paintant. Marcaccio nació en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina en 1963. Desde 1986 vive y trabaja en Nueva York, siendo uno de los artistas argentinos con mayor reconocimiento internacional. A mediados de los noventa, el artista  acuñó el término Paintants (Pintantes) para nombrar una serie de piezas que combinan pintura, fotografía, técnicas de retoque e impresión digitales, técnicas escultóricas y, en la mayoría de los casos, dimensiones arquitectónicas o ambientales. Ezeiza, realizada en Pintura digital, tintas pigmentadas impresas sobre tela vinílica, sobre estructura de metal y madera, es una obra de 30 metros de largo, definida por el propio Marcaccio como “pintura ambiental”. El artista trabaja con imágenes de la masacre de Ezeiza del 20 de junio de 1973, fecha en la que Perón vuelve a la Argentina luego de dieciocho años de exilio y lo espera en Ezeiza una gran movilización popular. “El nudo epistemológico argentino”, comenta Marcaccio cuando evalúa su selección del tema, “podría situarse entre la masacre de Trelew y Ezeiza. Si pudiéramos revivir esta última, se podría generar algo así como un proceso de desintoxicación. Quiero producir una conexión emocional entre pintura e historia”. 

A tal fin, además de investigar exhaustivamente el acontecimiento histórico-político, utiliza para la mayoría de las imágenes de la pieza fotos de archivo reactualizadas en forma totalmente nueva, a modo de ficciones, en un ambicioso trabajo de reconstrucción fotográfica de imágenes documentales. Busca internarse en los documentos históricos para lograr una especie de realismo social desrealizado y ficcionado, usando la cita histórica como fuente primordial pero desviando la norma del dato histórico al cambiar a los personajes reales por performers. La obra se expone como si fuera un enorme afiche, produciendo un efecto de identificación en el espectador, como si fuera un conjunto de escenas de un film de uno de los episodios más violentos de la historia argentina. 

POR LAURA BATKIS