Galería Ruth Benzacar (Buenos Aires). Mayo de 2005. Nº 214.
En la muestra Parque de Leopoldo Estol (1981) la sala de la galería está repleta de objetos nuevos, comprados en supermercados, en un aparente desorden. Pero transcurrido un tiempo de observación, uno se da cuenta que cada cosa está colocada en un lugar precisamente calculado. El entorno presenta una asepsia quirúrgica por las potentes lámparas mezcladoras de mercurio. Hay un estética de arte de laboratorio, uno en el que no se intenta hacer comprobaciones científicas, sino, por el contrario, realizar un comentario de lo arbitrario que son los paradigmas normativos que se imponen como una regla en la historia de la cultura y de la ciencia. Entrar en la muestra de Estol coloca de inmediato al espectador en una atmósfera de extrañeza que toma elementos del dadaísmo por el corrimiento de sentido de cada objeto (que no cumple la función asignada en la vida diaria). Envases de Coca Cola partidos por la mitad con restos de bebida caliente, sin gas, provocan una sensación de rechazo, al igual que los olores, como el del jugo de naranja en una jarra, o una mesa de experimentación repleta de objetos. El artista toma escenas muy distantes que no tienen ninguna relación entre sí; no obstante, pasado un momento, el contemplador empieza a reconstruir un sentido personal. Lo absurdo está presente en cada detalle, como un cricket que empuja hacia el techo una pila de videos VHS- un formato que está al borde de la extinción-, comprimidos formando como una columna. La mesa en que se apoyan está formada por dos tablas sostenidas por los juguetes de plástico.
Se crea un clima de fatiga por la recarga informativa visual y sonora, como en una sesión rave. Ese clima que recuerda las maratónicas megafiestas se acentúa por la presencia de un gran número de botellas de agua- necesaria para impedir la deshidratación por el consumo de drogas químicas como el éxtasis- , y por el sonido reiterativo de un cd que reproduce compilados de Paul Oakenfold, uno de los dj más exitosos en la actualidad.
Estol muestra parte del mundo de hoy, un mundo artificial en el que todo puede sintetizarse en un laboratorio para elaborar nuevos paraísos artificiales que aseguren la inmediata necesidad de satisfacción garantizada.
POR LAURA BATKIS