Los astros del olvido – Joaquín Molina

Catálogo de la exposición de Joaquín Molina en Fundación Banco Patricios. Buenos Aires, 5 de diciembre al 31 de diciembre de 1996

El fin del milenio plantea el desafío de encontrar nuevas modalidades de estructurar el conocimiento. El abordaje pragmático del saber occidental se presenta inmerso en una acumulación discursiva que, en muchos casos, opaca la visión y enrarece el sentido.

La densidad de modelos teóricos que promueven la repetición organizada de datos, contribuye a aturdir con el ruido informativo las intenciones de promover un mercado ávido de nuevas propuestas que ya envejecen en el mismo momento de su edición. La obscenidad generalizada y la pornografía ideológica ha dejado al hombre desnudo y desvalido frente a la pérdida de  su capacidad imaginativa. En este panorama de sueños ajenos, Joaquín Molina propone con su obra retomar la libertad individual del arte como un modo de crear un universo paralelo, siguiendo el único recorrido de su deseo personal. En esta búsqueda privada, sus imágenes emblemáticas conducen la mirada hacia el silencio del lenguaje pausado de la iconografía simbólica. Como una plegaria, sus cuadros revelan resplandor de formas tomadas de rituales litúrgicos y de ceremoniales religiosos y profanos de comunión. Sus obsesiones lo han llevado a investigar la simbología de la cruz, las enseñanzas de la cábala, la influencia de los astros y los planetas, para reorganizar un lenguaje poético donde el artista mezcla sincréticamente distintas referencias. A ello se agrega, en su producción actual, su interés por la cultura mapuche con su visión del cosmos representada por el Kultrún – instrumento de percusión utilizado en los rituales-, y por la concepción colorista  de este pueblo relacionada con su culto lunar y las gamas de azul de la bóveda celeste.

La fe ciega en el racionalismo nos ha hecho relegar cierta participación mística con el mundo que nos rodea. Los hemos perdido hasta tal extremo que incluso no la reconocemos cuando la volvemos a encontrar. En este sentido, la muestra de Molina supone el ejercicio pleno de la memoria y del olvido. Como en un acto de convocación ancestral, intenta restablecer la armonía primigenia que diluye todas las certezas, donde la razón se junta con la intuición, donde la vida y el arte son parte de un mismo camino.

POR LAURA BATKIS