Nº 14. Octubre – Diciembre de 1994.
Se abrió en Buenos Aires una nueva sala de arte en la zona del Bajo Retiro, lugar donde históricamente se han establecido las galerías de arte. La inauguración del lugar se presentó con una exposición de Oscar Bony, curada por el marchand Alvaro Castagnino.
Oscar Bony (1941) es un artista que en la segunda mitad de los años sesenta desempeñó un papel fundamental en el campo de las experiencias que intentaban involucrar lo estético a lo social. Integró el grupo de artistas que se opuso a la política cultural difundida por Jorge Romero Brest en la dirección del Instituto Di Tella, y que culminó con el cierre del mismo en 1968, en coincidencia con los acontecimientos del mayo francés. Bajo el lema de la muerte del arte, renuncia a exponer en espacios oficiales y se retira de la práctica artística, radicándose en Milán hasta 1989, fecha en que regresa a la Argentina.
En esta exposición, Bony sigue ligado a una concepción de fuerte contenido contestatario, con una propuesta que cuestiona el orden social establecido. Sus Obras de amor y de violencia – tal es el título de la muestra-, son una serie de vidrios, blindex, cristales de diferentes espesores y metales, perforados por el impacto de armas de fuego de distintos calibres, colocados en marcos dorados de opulencia barroca. La ironía del cuadro de estilo tradicional, consumido por el mercado del arte, se completa con una placa de bronce grabada en tipografía cursiva con el epígrafe de cada hora.
Todo el conjunto es una profunda reflexión acerca de la violencia, el poder y la fatalidad de la condición humana. Bony manipula estrategias tardomodernas de conceptualismo sensible, que opera simultáneamente bajo una doble vertiente. A la frialdad distanciada de los balazos opone la calidez de los soportes, que aluden a una metáfora de la visualidad pictórica del cuadro de museo, dada por las distintas texturas y calidades de los materiales: la transparencia del vidrio, el brillo de las láminas de bronce, el reflejo del aluminio, la porosidad del plomo corroído por ácidos, la apariencia blanda del plomo derretido. Sobre estos fondos, dispara y agujerea, haciendo un corte en la superficie de la obra, que evidencia cierto parentesco con los tajos de Lucio Fontana.
Con una precisión aséptica, describe en cada caso el tipo de arma utilizada: Ametralladora Ingram de 9 mm.; Cuatro disparos SW 32 corto; Seis disparos de revólver, entre otras. El discurso sobre el poder y la violencia se articula en un proceso de estetización de los contenidos. La muestra se completa con la instalación Ella me tenía a mí como la muerte la tenía a ella, compuesta por un sillón cubierto por un lienzo blanco, sobre el que yace una fotografía del artista niño en brazos de su madre.
Los usos del olvido y del recuerdo son un punto de referencia que Oscar Bony enfoca en toda su exposición. Sus recuerdos personales y la memoria colectiva que genera los valores y sentimientos que van conformando la identidad de una comunidad.
POR LAURA BATKIS