Serenamente andando – Pablo Suárez

Prólogo del catálogo de la exposición de Pablo Suárez en el Centro Cultural General San Martín, Sala 2. Buenos Aires, abril-mayo de 2005

Esta serie de pequeñas témperas ha sido planteada desde el placer de recuperar situaciones y paisajes que quedaron en mi memoria, y pintarlas sin pretensiones fue mi principal objetivo. No aspiran a ser críticas ni provocativas.  

Los ingredientes que utilizo no son sólo la materia, la línea y el color, sino también la estructura narrativa, y apuntan, todos, a la construcción de un universo visual. Veo en esa mínima insinuación narrativa, el hilo que nos permite enhebrar las cuentas, que sin él quedarían desparramadas. 

Rescato aquí, porque se instalaron desde niño en mi manera de mirar, a artistas que con su humor plácido y su actitud humilde, me marcaron de manera indeleble. Va este homenaje a Molina Campos, Gramajo Gutiérrez, Medrano, y algunos más, que participan de estos trabajos sin saberlo, pues nunca pude ni quise sacármelos de encima. 

Tal vez los años acumulados sobre la espalda me impongan cierta revisión de tono bajo y una callada visita a lugares de mi intimidad, aunque también es probable que sea la despersonalización que se advierte en la producción estética de este momento, la que me lleve a una respuesta en sentido contrario. 

No creo que sea el momento para subrayar mis discrepancias con las estéticas ligadas a la experimentación formalista del siglo XX y los primeros años de éste, y su incapacidad para tender un puente que permita el acercamiento entre la obra y el público, pero siento que es oportuno insistir sobre la imperiosa necesidad de formular un lenguaje visual capaz de comunicar por sí mismo. 

La realización de pequeñas pinturas y dibujos, por su elaboración simple y rápida, se opone a la premeditación inevitable que domina a la escultura. Recuperar la sensación de inmediatez, de respuesta urgente, es a veces un reclamo físico, un paréntesis refrescante. La témpera, por sus características particulares, impide la insistencia y prácticamente anula el “pentimento”. 

Me resulta imposible trabajar sin una intencionalidad previa que me permita comenzar el ida y vuelta que se produce entre mis deseos y las demandas que la obra en su crecimiento reclaman. Esa imposición inicial pierde paulatinamente visibilidad en aras de la aparición de un orden que se genera desde el interior del trabajo. Esta pérdida de visibilidad no implica su desaparición. Es como si las intenciones impregnaran los elementos que componen la obra y quedasen profundamente incluidas en ellos. 
Estos trabajos rápidos, dan pie para ingresar en líneas que rocé tangencialmente, y en las que nunca me detuve. Son revitalizantes para mi actividad. Abren caminos para recorrer.

Fragmentos de una conversación mantenida con Laura Batkis almorzando en La Cátedra, Palermo, el viernes 4 de marzo de 2005.

POR LAURA BATKIS