Siquier en la Bienal de San Pablo 2004

Diciembre 2004.

Este año en la Bienal Internacional de San Pablo, el pabellón argentino sorprendió con la presencia de dos enormes murales de Pablo Siquier, dibujados sobre las paredes por el propio artista. Fue el envío más barato en la historia de las bienales: viajó Siquier con una caja de carbonillas. La Cancillería argentina, feliz. Laura Batkis viajó a San Pablo especialmente a la inauguración y le cuenta a La Mano cómo fue el envío argentino. 

Pablo Siquier (1961) pertenece a la generación que a fines de los años 80 comenzó a tener protagonismo como una opción diferente al neoexpresionismo imperante en aquella década. Sus primeros trabajos eran estructuras ornamentales coloridas que realizaba a partir de ejercicios automatistas. Por entonces le interesaba el arte bruto, Dubuffet, la idea de lo primitivo, el dibujo infantil y la relación del arte con la locura. Hacia la década del 90 su trabajo se inscribió en la neoabstracción y el neo –geo. Tomando el lenguaje arquitectónico, comenzó a dibujar símbolos gráficos de bordes netos y precisos. El carácter más decorativo de sus inicios fue dejando lugar a un despojamiento de la imagen cada vez más minimalista. Sobre un fondo gris, la forma partía de un esquema simple de representación: el brillo dado por los blancos y las sombras en negro, en un eje vertical de las líneas. Las variantes morfológicas fueron adquiriendo connotaciones acotadas al racionalismo arquitectónico junto a patrones tomados de la música de Steve Reich y Brian Eno, repitiendo un motivo como recorte de una textura infinita. Manipulando estilos de la alta y la baja cultura, realizaba emblemas con características de un híbrido formal con referencias a la tradición aluvial inmigratoria de la Argentina. Así es como en su obra actual se evidencia el art decó junto a curvas y molduras del barroco latinoamericano y la influencia del arte concreto argentino de Raúl Lozza. Hoy sus obras están reducidas al blanco y negro. La forma está dada por líneas negras de sombras proyectadas. A esta serie pertenecen los 2 dibujos que Siquier realizó en el pabellón argentino de la Bienal de San Pablo. Son estructuras de 5 x 10 metros, de crecimiento orgánico urbanístico, realizados en carbonilla sobre la pared. Bajo la consigna del Territorio Libre que Alfons Hug propuso para esta bienal, el artista creó una especie de cárcel agobiante, con una fuerte presencia dramática dada por el trazo expresivo de la carbonilla. Desafiando el guión general curatorial, Siquier contrapone la idea de la libertad como la elección de la cárcel deseada. 

POR LAURA BATKIS